lunes, 17 de noviembre de 2014

¿Adónde van las palabras muertas?

¡Qué ingratitud! Nada hay más bello que la palabra porque brota de la esencia más pura del humano. ¿A dónde van las palabras muertas? El nuevo #Diccionario de la Lengua Española ha enterrado 1.350 palabras que los hablantes, que debemos ser como la vida, habíamos llevado a la muerte.


Ahora que han muerto, he descubierto la existencia de palabras como alidona o bajotraer, dos de las 1.350 difuntas.  Ambas tienen sonoridad.  "Vuelo un sueño en tu alidona, de piedra hecha pluma. Tu corazón, mi almohada" (Nota: microcuento para un tuit). El literal, claro que estaba llamado a desaparecer: "Concreción lapídea que se suponía encontrarse en el vientre de las golondrinas". Con esta definición no se puede ir muy lejos.

¿Y bajotraer? "Abatimiento, humillación, envilecimiento". Cada una de los sustantivos del significado tiene un arcoíris de matices. Me cuesta entenderlos como sinónimos. "El bajotraer de ciertos personajes extiende el malestar social". Sin saber qué significa 'bajotraer', connota 'bajeza'. Pues, ha muerto la palabra en el momento en que podía haber estado en flor.

Hay palabras muertas que están en el cielo de los libros. El infierno es el olvido. Estando en esta reflexión descubro que existe el limbo: el "Diccionario histórico". Colijo que así es al leer al académico Pedro Álvarez de Toledo. "Me parece bien que ese peso muerto que hay en el DRAE salga y esas palabras queden recogidas, si acaso en ese inmenso deposito léxico que será el Diccionario Histórico", opina Álvarez de Miranda sobre las palabras muertas y lo recoge Winston Manrique Sabogal en un artículo en “El País”.

Quedó aliviada, pese al incierto "acaso".

Seguiré leyendo con el diccionario cerca. Lo disfruto. En espera de que la 23ª edición del  Diccionario de la Lengua Española o Diccionario de la Real Academia (DRAE) llegue a Internet y a esa bendita aplicación del #DRAE que es fiel compañía, reservé 99 euros para comprarlo.  93.111 palabras, ¿quién da más?