lunes, 6 de julio de 2015

Maravillas

Fotografía de mis girasoles de Estudio Versetto
Los campos del Maule me vienen a la memoria como grandes viñedos, frutales y flores de multitud de colores.  Entre las flores y los campos, girasoles con la sorpresa de sus pinceladas amarillas, ocres y verdes.  

En el fundo,  nos regalaban alguna flor si había suerte y… ¡maravillas!

Maravilla es el girasol.


Si me preguntan qué representa el cultivo del girasol en la producción agrícola de la VII Región, tendré que pedir que le disculpen los datos al recuerdo infantil. Aún así puedo aportar que las tierras de Maule por lo menos han sido aventajadas en el cultivo de la maravilla, en los campos chilenos.

Los campos de girasol quedaron anidados en mi recuerdo.  Los girasoles me volvieron este invierno por pura casualidad con un enorme jarrón de girasoles en  TV movie alemana, creo, en la sobremesa de TVE 1.  La verdad es que nunca se habían ido y ese ramo tan solo supuso despertar de la siesta con el propósito de sembrar girasoles en el jardín.

Y, como la sección de flores es parada obligada en los supermercados cada vez que voy de compras  con mi madre,  busqué y busqué y semillas de girasol encontré.  Fue el pasado abril en el Lidl.

Me hice con dos sobres de semillas de Helianthus annus, que se presentaban como  Sunflowers Gelbe Riesen, en uno, y Herbstschönheit, en el otro. Lo de Sunflowers y que fuesen recomendados como planta de fondo para macizos de flores y de corte me quedó claro.  Opté por abrir el sobre de Gelbe Riesen porque aparecían unas flores enormes en el envoltorio. 

Ante el desconocimiento de cómo se sembraba el girasol,  acudí a Google y, entre cientos de consejos de lo más variado, me quedé con lo que me pareció más sensato: germinar la semilla y proceder a la siembra.

Paso a paso. Primera etapa:
  1. Coloqué las semillas sobre un papel mojado y escurrido. Las cubrí con papel mojado.  ¿Qué papel? Yo cogí unos trozos del rollo de cocina. 
  2. Puse el envoltorio húmedo con las pipas en un recipiente de plástico y lo tapé sin cerrar para que entrara algo de aire.
  3. Vigilé que se mantuviese la humedad  y, a los seis días, las semillas tenían brotes.  Fue como en los experimentos que en el colegio hacíamos con alubias.
  4. Antes de sembrar, preparé la tierra y me prepararon –sí, tuve que pedir un poquito de ayuda porque todavía no me he puesto con el rotavator- unos surcos para facilitar el riego posterior.
  5. Sí, las semillas germinadas fueron directamente a la tierra, aunque las cubrí con el compuesto especial para las flores de jardín porque el tono más oscuro me permitiría ver dónde estaba cada brote y hacer seguimiento de cada planta.
Perdí algunas plantas que fueron a alimentar a los pájaros.  Mi amiga Maricarmen,  la de la floristería, me sugirió que pusiera plásticos para proteger las semillas.  Acudí otra vez a los recursos de la cocina. Esta vez, al rollo de plástico para envolver. Cubrí mi mini-huerto de girasoles y el plástico se lo llevó el viento.

Así, pues, quedó decidido:  los pájaros podrían cobrarse en semillas sus trinos  diarios. ¿Qué más podía hacer? Lo más justo y confiar en que entendiesen que si crecían las plantas tendrían en sus flores mucho más alimento.


Mis girasoles fueron creciendo y yo dando la paliza con las fotos en Twitter e Instagram.



Los campos del Ebro me vienen a los ojos con como grandes viñedos, frutales y flores de multitud de colores.  He visto girasoles por las 5 Villas, aguas abajo de donde yo vivo, que, incluso, crecen silvestres en los ribazos y también, aguas arriba, por La Rioja Alta, en Foncea, en Grañón, en Cuzcurrita… Y, eso sí, como plantas ornamentales en varias huertas y jardines.

Mis girasoles crecían y crecían. Me han dicho que Gelbe Riesen es gigante amarillo. Un par de plantas superan los 2 metros a ojo de buen cubero.  Son tan altos y tan grandes sus hojas y tallo que me han hecho evocar el jardín de 'Alicia en el país de las maravillas', en versión de película infantil.



Por fin, mis girasoles tienen flor.  Han tardado 4 meses. 



Y ahora los pájaros y mis sobrinas esperan las semillas.  Unos revolotean alrededor, otras preguntan si darán pipas.  Los tallos son tan largos que el viento del valle del Ebro supone un riesgo mayor que los pájaros para que las flores maduren. Mientras las abejas confunden las flores internas con sus panales. 

Imaginé un jarrón con mis girasoles para tener mi propia versión de los que pintó Van Gogh. Ahora que ya los tengo, nada más lejos de mi intención que cortar esas cabezas amarillas. 

Ya tengo las flores.  Al natural y de cultivo ecológico.  Me basta, y me sobra semilla para la próxima primavera. 

Maravilla es el girasol.
 
Mis maravillas, este 6 de julio de 2015



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